Salud, Pharmakon y responsabilidad

    

 Salud, Pharmakon  y Responsabilidad

Desde haces unas décadas detectamos un aumento de la medicalización de la vida cotidiana.

En el Fedro,  Platón habla de la palabra pharmakon señalando una línea preocupante borrosa entre  remedio o veneno.

 

Si bien es notable el aumento de la expectativa de vida en el hombre actual debido al progreso; fármacos como los antibióticos, antiinflamatorios, quinioterápicos, asi como la  mejor alimentación, higiene y calidad de vida en general.
También es cierto que el número de “nuevas enfermedades”, ha aumentado  de forma considerable.
Para numerosos profesionales: investigadores, médicos, etc.,  se trata de enfermedades «inventadas» para el lucro de la industria farmacéutica.
Es evidente que enfermedades que en otro momento eran mortales son cada vez menores, sin embargo el gasto farmacéutico va en aumento de manera imparable.
Se tiende  a considerar estados patológico,  molestias o dolencias que no lo son. Síntomas leves o fases de la vida consideradas normales,   son convertidas en enfermedades  médicas. Procesos normales  como el embarazo, la tristeza,  la timidez, el cansancio, el sobrepeso, el colesterol, la menopausia, etc.,  tienen sus medicamentos.
Tomemos  algunos ejemplos:
– La osteoporosis, proceso natural  en las mujeres, después de la menopausia y que obliga a llevar una vida  sana con   ejercicio y  una alimentación adecuada para tratar  de prevenir efectos adversos, hoy es  considerada como una   enfermedad y  la epidemia del siglo XXI.
– Diferentes artículos hablan del “timó del colesterol”, niegan      el efecto negativo del colesterol en el aparato  circulatorio y  advierten de los elevados riesgos de las estatinas.
Pero no solo las cuestiones biológicas normales como puede ser la menopausia o la calvicie tienen su fármaco,  sino que determinados rasgos de los carácter o diferentes emociones humanas, muchas de ellas normales y  necesarias en determinados momentos de la vida,  cuentan con su fármaco.
 La agitación de un niño, lógica  en muchas ocasiones porque es niño, o sencillamente  porque demanda atención puede ser diagnosticada como un Trastorno de Atención, las disensiones adolescentes pueden ser  consideradas como Trastorno de Oposición Desafiante, nuestros duelos o nuestras preocupaciones pueden ser     considerados, fácilmente como desequilibrios químicos que deben ser curados por medio de fármacos.
En un libro publicado recientemente en Francia, los profesores Philippe Even y Bernard Debré, analizan 4.000 medicamentos que circulan actualmente en  el mercado francés y llegan a la conclusión que el 50% son inútiles, 20% mal tolerados, y un 5% potencialmente muy peligrosos. Estos últimos, tienen como consecuencia cerca de 100.000 accidentes terapéuticos al año y que necesitan hospitalización, junto con 20.000 muertes debidas a los efectos secundarios de estos fármacos. Las criticas de estos profesores no se dirigen, exclusivamente a la industria farmacéutica sino también a los gobierno.
Dichos autores  fonsideran que la industria farmacéutica tiene un pasado magnifico, un presente estéril, de lucro desmedido, de mentiras y corrupción y un futuro de esperanza.
Apartir de los 70 se crean enfermedades que los visitadores médicos y  campañas de márquetin  que convencen a médicos y al público de su conveniencia.
La filosofía de la industria farmacéutica consiste en tratar , creando una dependencia, más que curar ya que el paciente crónico, será un consumidor permanente que engrosará las arcas de la industria.
En mayo de este año una resolución adoptada por la Asamblea Mundial de la Salud de Ginebra, da un primer paso hacia un cambio en el modelo de investigación farmacéutica hoy dominante.
En el terreno de la Salud Mental, la utilización masiva de los psicofármacos para las enfermedades neuropsiquiatrías y para los problemas psicoemoconales, que caracteriza la psiquiatría de nuestro tiempo, los antidepresivos ocupan un destacado lugar especialmente desde la aparición de los llamados inhibidores selectivos de la receptación de la serotonina (ISR).
Antes de vender un fármaco hay que vender la enfermedad. Para ello la industria farmacéutica han convertido emociones cotidianas en enfermedades,  de malestares cotidianos o dolencias leves necesarias en  enfermedades graves que deberán  ser tratadas con fármacos.
Las emociones humanas como: la ira, el temor, la apatía, etc., han pasado a ser “anomalías” que la industria farmacéutica vendrá a “curar”
Ya no somos sujetos preocupados por nuestro entorno, sujetos a los que nos puede doler una falta de reconocimiento o sujetos que en determinados momentos necesitamos estar solos para encontrarnos con nuestros pensamientos. Nuestros sentimientos y  necesidades, por arte de birlibirloque, se han convertido en unas pocas décadas, en ansiedades crónicas, trastornos de estado de ánimo o desequilibrios químicos.
Desde este mismo planteamiento todos aquellos que estamos indignados por la estafa económica  y las pérdidas de nuestros derechos, seguramente no tardaremos mucho en ser diagnosticados de Trastorno de Oposición Desafiante, o de Trastorno por Infelicidad Indiferenciada, “desequilibrio”  que la industria farmacéutica con el beneplácito de los gobiernos se ocuparan en curarnos.
Los médicos ya han empezado a alertar sobre el uso indiscriminado de antidepresivos podría esta provocando embotamiento emocional, alterando nuestra capacidad de enamorarnos , nuestro deseo sexual o nuestra capacidad de concentración entre otras muchas cosas.
A partir de los años 70 la psiquiatría animada por los intereses de la industria farmacéutica han cambiado sus  definiciones de enfermedad o trastorno mental.
Nuestra subjetividad, nuestras particularidades propias con nuestros deseos y angustias existenciales han pasado a ser desequilibrios bioquímicos, reduciendo así al sujeto a un puro entramado bioquímico, desestimándose así toda rastro psicosocial en el malestar humano y reduciendo todo el complejo mundo psíquico en un trastorno de más o menos serotonina.
La razón por la que el Dr. S. Freud rompió con la psiquiatría tuvo que ver con su deseo de comprender en vasto “extrañamiento entre lo somático y lo físico.” A medida que Freud fue avanzando en sus investigaciones alrededor de la angustia, fue alejándose de la biología en sus argumentaciones, sin embargo le resultaba   altamente complicado de explicar el fenómeno de la ansiedad y se referiría a ella como “un punto nodal   donde convergen los asuntos más variados e importantes de nuestra psicología.”    
                 
Robert L. Spitzer es uno de los psiquiatras más influyentes del siglo XX. En el año 1974 el presidente de la Asociación Psiquiátrica Americana, le solicito la ardua tarea de actualizar un pequeño libro de enfermedades   psiquiátricas con pocas descripciones y que contenía alrededor de 200 enfermedades. El resultado del trabajo fue la edición del DSM(III).
El manual en uso en toda Europa y América, se limita a clasificar síntomas y no da cuenta de su etiología.
El grupo de trabajo que elaboro el manual fue puesto en cuestión ampliamente y calificado de “barniz pseudocientífico”  y de “amateurismo”. No obstante, desgraciadamente este manual es el que rige la psiquiatría del siglo XXI. Este grupo se cargó de golpe más de un siglo de pensamiento.
El grupo en cuestión “descubrió” e introdujo un tercio más de nuevas enfermedades entre ellas: fobia social,  trastornos psicosexuales, impulsivos…….
En los dos últimos años, especialmente a lo largo del 2012, se han sucedido una serie de hechos que ponen  en tela de juicio la validez de estas teorías que reduce la explicación de los trastornos mentales a  simples desequilibrios bioquímicos.
Crecen las voces de alerta ante el riesgo de que la industria farmacéutica haya acumulado un poder excesivo a la hora de determinar lo que se puede considerar enfermedad y como tratarla.
La elaboración de la nueva versión DSM (V), aún aumenta el numero de “enfermedades mentales  que en  realidad no tienen  nada de patológicas. Al mismo tiempo que se han puesto en duda la eficacia asociada a  los antidepresivos y  antipsicóticos    segunda generación.
     Los estudios de Irving Kirsk, demuestran que en comparación
con el placebo, la eficacia de los farmacos antidepresivos es      prácticamente inexistente en los casos de depresión ligera y/o   
moderada. El investigador afirma que los antidepresivos, en
muchas ocasiones, son un placebo con efectos secundarios a
veces muy notables.
Este estudio esta avalado por otros estudios paralelos. 
     Por otro lado  dos laboratorios de EEUU han sido sancionados
con multas millonarias por publicidad engañosa.
     Debemos dejar de creer que los fármacos son el único
tratamiento posible para un toda dolencia o
enfermedad entre ellas la enfermedad mental y el sufrimiento psicológico.
Antes de tomar cualquier fármaco hay que informarse ampliamente, no hay fármaco que no tenga efectos secundarios.
 
Encontrar una forma saludable de vivir, en la que el cuerpo y el psiquismo no nos dificulten el bienestar, es una responsabilidad propia que no podemos dejar, exclusivamente en manos de otros: Medicina, la Farmacología, etc.
La Salud es un bien cuya adquisición implica un trabajo sobre nosotros mismos.
Isabel Cavallé Miranda
Psicólogo especialista en Psicología Clínica
Psicoanalista.
 Si estáis interesados en profundizar en este amplio y espinoso  tema os dejo bibliografía:
          “Los inventores de enfermedades”, Jörg Blech
          “Guía de los medicamentos útiles, inútiles y  peligrosos»     
             Even y Debre
                      “Medicamentos que nos enferman”, Moyihan Ray
                      “La timidez”, Christopher Lane
                      “La caída del mito de los antidepresivos”.  Irving Krisch (Artículo Infocob)

 

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