Servicios

servicios

¿QUÉ?

El ser humano se define para ser un ente en constante cambio: somos, en buena parte, resultado de lo que vivimos y hemos vivido. A la vez, las relaciones humanas son imprescindibles para el sujeto y al mismo tiempo fuente de conflictos.

Así pues, somos seres sociales sometidos a multitud de cambios:

  • Biológicos: nacimiento, pubertad, maternidad/paternidad, menopausia, enfermedades;
  • Socioculturales: nuevas tecnologías, patologías, formas de vincularnos, cambios geopolíticos, económicos;
  • Familiares: nuevos miembros en el mundo familiar, dificultades en los vínculos, pérdidas como pueden ser los divorcios, muerte o independización de los hijos, o bien
  • Profesionales: situaciones de paro, cambios en el crecimiento, cambios por crisis, conflictos relacionales.

Si bien somos seres de cambio, todo cambio obliga a realizar un trabajo de duelo que requiere tiempo y cuidados, puesto que en todo cambio hay una pérdida y, posiblemente, una ganancia a analizar.

Vivimos en un mundo altamente cambiante, a una velocidad más allá de lo que nuestra psique puede asimilar y en una sociedad que está orientada hacia el éxito y que intenta eliminar el sufrimiento huyendo de él. Sufrir se asocia a: fracaso, a ser flojo, a no llegar, a sentir que uno no forma parte del sistema productivo y no sirve.
No escuchar lo que el malestar nos señala, puede producir una grieta interna, hemos huido de nuestra propia voz interior que nos quiere comunicar algo. Cuando encontramos el sentido de nuestra angustia y la podemos apalabrar, historizar, ésta se transforma en un otra cosa muy diferente: en una producción.

El sufrimiento es un sentimiento intransferible que se puede transformar con la palabra, escritura o con la creatividad.

Cuando el malestar se muestra resistente, podemos ayudarnos de un profesional que nos dé nuevas herramientas para cruzar con éxito la crisis.

 

¿CÓMO?

El trabajo a realizar en la traducción de angustia a producción se puede afrontar de dos maneras. La primera consiste en un trabajo de acompañamiento del sujeto ante los conflictos relacionales y/o etapas de cambio para hacerlas más llevaderas (prevención); mientras que la segunda consiste en ayudar cuando estos conflictos quedan enquistados (tratamiento).

Concibo la atención al sujeto desde un modelo biopsicosocial. La condición fundamental de este modelo es la escucha del sujeto, la cual nos permite establecer una valoración de la situación particular. Esta escucha analítica nos permite trabajar “caso a caso”.

¿Qué quiere decir “caso a caso”? Pues que no existen chicas anoréxicas, ni personas depresivas, ni niños con TDA, sino que existen sujetos que tienen un sufrimiento particular y único y que, resultado de este sufrimiento, se manifiesta un síntoma determinado en el individuo. Este síntoma estará anclado en una historia particular: las vivencias del pasado, del presente, y los deseos futuros de cada uno.

¿Por qué surgen los síntomas? Porque el ser humano sufre un conflicto con los demás y consigo mismo, además de depender de las circunstancias que le rodean. Muchas veces estos conflictos son inconscientes y desestabilizan al sujeto, provocando un malestar que se traduce en diversos síntomas: ansiedad, depresiones, fobias, fibromialgia (dolor crónico), o enfermedades psicosomáticas, entre otros.

Mi trabajo consiste en la escucha atenta y personalizada del sujeto, buscando darle sentido a los síntomas para así convertirlos en una producción de otro orden.

 

¿QUIÉN?

Este servicio personalizado está dirigido a:

  • Personas individuales: niños, adolescentes, adultos.
  • Parejas.
  • Grupos: familia, instituciones.

 

¿CUANDO?

Atiendo el sujeto en horas convenidas, acordadas por teléfono.

“Quien tiene un por qué para vivir es capaz de soportar casi cualquier cómo ” (Víktor Frankl)