Oslo, 31 de agosto: Un retrato sobre el desencuentro

Oslo 31 de agosto,  es un retrato de un joven de 34 años, a punto de salir de un centro de desintoxicación. A pesar de estar “limpio” de drogas hace un fallido intento de suicidio que ya desde un primer momento de la cinta, nos permite poner en duda su “recuperación”.

Para completar su tratamiento Anders, nuestro protagonista,  va a Oslo para una entrevista profesional y aprovecha  el permiso para tratar de encontrarse con amigos y familiares que hacia mucho que no veía, pero más que encuentros, todo ello se convertirá en  una larga sucesión de desencuentros y desencantos con el Otro y con él mismo.
En el encuentro con su mejor amigo, éste le confiesa que su supuesta feliz vida es en realidad es una pura mentira o un simple decorado, todo es un “como si”(termino acuñado por H.Deutsch).
La familia esta absolutamente ausente; su hermana evita el encuentro con él y sus padres no están.  En un recuerdo en off, Anders se refiere a sus padres como aquellos que le dejaron libertad quizás excesiva para hacer y tomar sus decisiones.
Durante esa jornada  intenta, de manera desesperada, conectar con su ex novia sin hallar respuesta alguna.
Una de los momentos más brillantes de la cinta,  es una escena donde está solo  en la terraza de un bar y escucha conversaciones ajenas, conversaciones todas ellas que giran alrededor de la vida y el deseo.
Anders no encuentra nada que le ligue a la vida: ni su deseo opera , ni el deseo del otro esta presente ante lo cual decide poner fin a su “no vida”. Anders no ama, nunca ha amado y eso le deja sin los lazos necesarios para agarrarse a la vida,  a ello le unimos la culpa hacia aquellos que supuestamente le han amado.
Oslo, 31 de agosto,  no es un drama sensacionalista ni mucho menos.
Es una realidad que la depresión mayor va ganando terreno en personas de todas las edades y que diferentes tipos de adicciones (sustancia, sexo, comida…) pueden acompañar esa problemática dando paso a lo que hoy se ha venido a llamar “patología dual”.
El filósofo Martín Heidegger acuñó en término “anonadamiento” para describir cuando una persona “siente la nada” y percibe la “inhospitalidad del mundo”
En ese estado depresivo el sujeto experimentan un “vacío” que se hace insoportable; en el inicio de la película y hallándose en terapia de grupo, una joven expresa su temor o incapacidad a vivir sin la droga, pues ella consigue hacer soportable ese “vacío”.
“Vacío” insondable que es la expresión de una dispersión del sujeto, de una inconsistencia radical del mismo y de un sentimiento de inexistencia que produce una angustia innombrable.  Es la sensación de absoluta falta de sentido de la vida, acompañado de una falta total de autoestima que acostumbra a llevar al aislamiento.
Las personas que sufren de esta problemática pueden experimentar estados de gran angustia sin poder definir la causa específica de esa angustia, hay angustia hacia todo y hacia nada en particular. Si la situación se prolonga en el tiempo y se intensifica puede llevar al sujeto a perder todo interés por mantenerse en vida.
Entre las razones del aumento de esta patología, encontramos:
       La sociedad industrial que genera un fuerte sentimiento de despersonalización, de ser un número y por lo tanto de no ser tenido en cuenta.
       La creciente individualización de la sociedad, o lo que es lo mismo, la falta de pertenecía a un grupo que le permite al sujeto encontrar una identidad y un lugar en lo social.
       Abandono afectivo,  falta de comunicación y de límites en ámbito familiar y social.
       Creciente perdida de confianza en las Instituciones y el Otro en general.
Si bien la esta patología se puede abordar y tratar con recursos farmacológicos y psicoterapéuticos,  debido a su aumento y gravedad,  hacen falta medidas que involucren a la sociedad en su conjunto. Vivimos en una sociedad donde los valores están ausentes y esa ausencia nos enferma.
Isabel Cavallé Miranda

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3 Comments

  1. Joaquin Abadal

    Has dado en el clavo . Estoy muy de acuerdo en la lectura que haces y en el componente psicosocial de estas patologías.

  2. Josep Antón González Ares

    Me gusta mucho la interpretación que haces. Estoy totalmente de acuerdo con tus comentarios.
    Muchas gracias por compartirlos.

  3. SÍLVIA

    A veces que contradictorias pueden ser las palabras. Como el vacío puede llegar a oprimirte tanto que no puedes respirar la vida. Como la plenitud de estar bien contigo y con los que te rodean puede hacerte sentir que tienes alas para conseguir lo que te propones. Felicidades por este "retrato" tan bien expuesto.

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