¿Que fué del amor romántico?

(CUESTIONARIO PLANTEADO POR LA REVISTA PSYCHOLOGIES, PARA SU NÚMERO MAYO 2012)
R.P.¿El hecho de que hoy en día todo el mundo busque el amor romántico ha hecho que en ocasiones tengamos expectativas demasiado altas respecto a cómo debe ser una relación de pareja?
No estoy tan segura que hoy en día “todo el mundo” busque el amor romántico. Aunque sí es cierto, que la cultura occidental ha enfatizado históricamente este tipo de amor sobre otros modelos.
Este modelo ha sido difundido socialmente por la literatura, los cuentos infantiles y el cine entre otros medios. En “Pretty woman”, una prostituta es “salvada” de su mísera vida gracias a un hombre atractivo y, por supuesto, rico . En “Notting Hill”, el personaje que interpreta Hugh Grant está triste y frustrado hasta que casualmente se encuentra con una actriz famosa (su media naranja) que le despierta de su letargo y le hace sentir vivo.
El amor romántico es considerado como un sentimiento diferente y superior a las meras necesidades fisiológicas y generalmente implica una mezcla de deseo emocional y sexual, otorgando más énfasis a las emociones. En el amor romántico se trataría de un tipo de afecto que supuestamente ha de ser para toda la vida, exclusivo, incondicional y que implica un alto grado de renuncia. El sacrificio por el otro, la fusión con el otro, el olvido de la propia vida junto con la fantasía de encontrar la “media naranja”, serían características de este tipo de amor.
Este clase de amor supone la existencia de dos personas incompletas e infelices que encuentran el sentido de su existencia en el “otro”. Muchos hombres y mujeres sienten una especial inclinación hacia historias en las que se produce el encuentro con el “otro ideal”. Para muchas personas, la vida comienza cuando se produce este encuentro tan “especial”. Quienes tienen interiorizadas estas ideas no tienen un proyecto de vida individual sino que condicionan toda su existencia al encuentro con ese otro que aportará ilusión, confianza, entusiasmo… El sentimiento de identidad personal estaría ligado a encontrar esa relación idílica y  mantenerla.

R.P.¿El hecho de que hayamos idealizado tanto el amor es fuente de frustraciones?
Este modelo idealizado crea falsas expectativas y casi siempre conduce a la frustración, ya que promete la resolución de la incompletud, nos promete la felicidad al encontrar , supuestamente aquello que nos falta en la pareja convertida en media naranja.
Este modelo confunde el apego y el enamoramiento. La renuncia de uno mismo es en cierta medida la base de la violencia de género.

Este modelo podría legitimar cierta patología denominada,dependencia emocional, es un trastorno de la personalidad enmarcado dentro de las dependencias afectivas, para muchos autores es un trastorno adictivo, donde el objetivo es llenar un vacio en el sujeto que la padece.Hablamos de trastorno de la personalidad si tiende a tener un patrón crónico y estable a lo largo de la vida de la persona. En la dependencia emocional, el sujeto es controlado por la necesidad del otro y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo . Este trastorno se presenta en un 10% de la población adulta aproximadamente afectando en un 75% a las mujeres.

El concepto cultural de amor romántico está hoy en día absolutamente desfasado. Este desfase viene derivado de la no evolución del concepto de amor, frente a enormes divergencias entre el entorno socio-cultural en el que apareció, la Edad Media y los tiempos contemporáneos. En la sociedad occidental, a partir del siglo XX, los ideales del amor romántico han sido abandonados.
Frente a este modelo de amor romántico, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, contrapone el concepto de amor líquido. Bauman postula que en la posmodernidad, los vínculos humanos se han vuelto frágiles, faltos de solidez y tendentes a ser cada vez más fugaces, superficiales y con el menor compromiso. Las relaciones por internet se convertirían para Bauman en el modelo que se exporta al resto de relaciones de la vida real. Más que relaciones se buscan conexiones ya que éstas no necesitan de implicación ni profundidad; en las conexiones cada uno decide cuando y como conectarse y siempre puede pulsar la tecla suprimir.
Por otro lado el sociólogo británico A. Giddens, acuña el término amor confluente, es un modelo de amor o de relación de pareja que aparece con la revolución sexual a mediados del siglo XX en la cultura occidental. Se define por oposición al amor romántico. Este modelo de amor surge de la mano de las transformaciones en la esfera pública y privada que implicó la revolución sexual: la anticoncepción, la aceptación de la homosexualidad, la mejora relativa de la posición de la mujer en la sociedad,  el reconocimiento de la necesidad de lograr una mayor igualdad entre los géneros, la legalización del divorcio y las transformaciones en la familia, entre otras. Estas nuevas ideas necesitaban revisar el modelo de amor romántico que dominaba hasta el momento, en particular, la posición de la mujer dentro de las relaciones de pareja: era necesario democratizarlas.
En cuanto a la consideración del «yo», las personas se sienten íntegras y completas por sí solas y las relaciones en las que se involucran solo vienen a aportarles satisfacción sexual y afectiva, dándole mayor importancia a la asociación voluntaria.
En relación al tiempo de las relaciones, no existe una duración predeterminada, como en el amor romántico en cual el ideal es el amor eterno. Las relaciones duran mientras se mantiene el interés de los involucrados, si alguno de los dos elige terminarla, la relación se da por terminada.
Tiene pretensión de igualdad de género, tanto  en las relaciones de poder como en ella  dar y recibir emocional.
Le da mucha importancia a la satisfacción sexual, al mismo nivel que la vinculación afectiva.
En cuanto a la conducta sexual, la cuestión de la monogamia pasa a ser un acuerdo interno de la pareja, constituyéndose, en algunos casos parejas swingers o abiertas. Si bien el amor confluente viene a legitimar las parejas homosexuales, esto no significa que toda relación de pareja homosexual responde exactamente al modelo de amor confluente.

R.P.¿Es un imposible intentar encontrar la fórmula que hace que una pareja funcione porque cada pareja es distinta y crea su propia forma de funcionamiento?
Evidentemente, cada sujeto es único y cada pareja también lo es. Cada pareja debe encontrar o mejor dicho, construir un modelo que permita una convivencia donde halla espacio para el desarrollo personal de cada miembro de la pareja y ello no es incompatible con el desarrollo de la vida familiar.
Diferentes autores de la psicología social distinguen 6 formas de comportamiento amoroso: Ludus ( amor como juego, el compromiso es evitado). Storge (amor como forma evolucionada de amistad, es importante que la pareja presente una afinidad de gustos, intereses y nivel de compromiso), Eros ( predomina el amor en la forma de pasión física y emocional, corresponde al amor romántico), Ágape ( el amor al otro estará por encima de los propios intereses, es el amor espiritual, el amor maternal. Corresponde al amor platónico), Manía ( es el amor intenso y posesivo, se correspondería también  con el concepto occidental de romanticismo; es el primer amor que demuestran por lo general los adolescentes), Pragma (las expectativas ante la relación son claras y se espera, de forma práctica, que éstas se vean satisfechas. Es un amor que es conducido por la cabeza, no por el corazón; poco demostrativo.)
Todas estas formas de comportamiento amoroso nunca son puras ya que se pueden mezclar en una relación, son legítimas siempre y cuando respondan a un acuerdo de la pareja.

Es preciso diferenciar los dos aspectos de una relación: la relación erótica y la relación de responsabilidad y compromiso necesarios para hacer posible el sostén de los bienes compartidos y la educación y cuidado de los hijos,  si los hay.
Si la relación se asienta exclusivamente en la satisfacción y los dos miembros de la pareja están de acuerdo,  perfecto.
El problema es cuando la pareja pretenden asociarse en el logro de metas comunes: bienes, hijos….etc. y queda escamoteada la responsabilidad y el esfuerzo que supone su consecución.

R.P. Entre los consejos habituales sobre cómo lograr que una relación perdure está el que cada uno cuide y mantenga su parcela privada, ¿por qué es tan importante?
Es importante que cada individuo mantenga su individualidad, no hacerlo sería como una forma de alienación.
A partir del mito de la media naranja se generan un conjunto de expectativas a más largo plazo capaces de bloquear la resolución de conflictos cuando necesariamente tienen lugar. La idea de que la otra persona es mi mitad perdida implica pensar que “los dos juntos constituimos una unidad” y, por tanto, tenemos que coincidir necesariamente en deseos, formas de satisfacerlos, criterios, valores, inquietudes, pensamientos, sentimientos, preferencias, gustos… En otras palabras, se piensa que amar a otra persona es coincidir con ella en una gran variedad de aspectos.
La diferencia se interpreta como desamor o muestras de egoísmo, cuando inevitablemente surgen los conflictos, se produce un enfrentamiento basado en lo que podemos llamar “modelo de confrontación” que supone que si uno tiene razón el otro se equivoca. En este estado de cosas, cada miembro de la pareja intentará que el otro haga/deje de hacer/ lo que él/ella quiera.
Aparecen las luchas de poder en el seno de la pareja que generan mucho resentimiento, decepción, frustración y amargura.
Una pareja sana debe respetar la diferencia. No existe LA VERDAD, hay tantas verdades como sujetos, y eso supone respetar los criterios, necesidades, espacios y criterios del otro.

R.P. ¿Cómo evitar que ese vínculo que nos une al otro se convierta en una relación fusional y de dependencia?
Una pareja madura es capaz de compaginar diferentes momentos y diferenciar la realidad y el juego.
No parece que resulte deseable el ideal de amor romántico. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la fusión es un deseo genuino de toda persona ya que nuestra primera existencia estuvo fuertemente ligada a otro ser humano. Esa es la razón de que tengamos una fuerte pulsión hacia la fusión. De adultos el momento fusional por excelencia es el coito (juego del adulto). Y, en cualquier caso, existen distintos grados de fusión en diferentes momentos de una relación. Y eso es perfectamente natural. La fusión como parte de un proceso en una relación pero no como base sobre la que fundamentar un vínculo afectivo. Por tanto, la conclusión sería fusión sí pero en momentos específicos. Poder funcionar en ocasiones como pareja y en ocasiones a titulo personal.
Diálogo, respeto y coherencia, son ingredientes imprescindibles para toda relación humana.

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